Espacio interior – Vacío exterior
Oímos muchas veces que todo está en nuestro interior, que tenemos todas las respuestas dentro de nosotros, que dejemos de mirar / buscar hacia fuera y que dentro encontrás todo lo que necesitas…
Es difícil de entender en profundidad.
Dios está en el interior de cada uno, porque Dios es la energía suprema y creadora de todo. Por lo tanto estás creado a partir de una mínima parte de la energía de Dios, lo que llamamos espíritu.
El espíritu es la esencia del Universo, por eso decimos que el Universo está dentro de nosotros. Estamos creados a partir de la misma energía, de la misma esencia, somos lo mismo con diferente manifestación material.
Para aclararnos:
- Dios es la energía suprema (no hay nada por encima) creadora del Universo.
- Espíritu es sinónimo de esencia. El Universo es en esencia Dios.
- Todo lo manifestado en el Universo ha sido creado en esencia (espíritu) a partir de la misma energía. Somos en esencia lo mismo. Esto se lo cree hasta la cuántica.
- Yo y tu, somos en espíritu Dios.
Llenamos el vacío exterior a partir de nuestro espacio interior
Todo lo que yo percibo como real, en realidad no lo es. Lo que perciben mis sentidos es solo una manifestación de MI realidad, pero la realidad absoluta manifestada no existe.
Tu realidad es una proyección de ti, una creencia dibujada por ti, es un reflejo de tu imagen (de aquí sale la teoría del espejo).
Cuando hablamos de nuestro interior, no hablamos de una realidad material, de un compartimento ni de una separación. Hablamos de esa esencia de la que estamos formados. Por lo tanto, el espacio interior es la esencia de la creación divina, de la energía suprema, como hemos visto antes.
En este espacio todo existe, es la sabiduría en estado puro.
El vacío exterior, es tu realidad. Tu manifestación vacía que vas rellenando y creando con tu conciencia, con tu vida.
Tu cuerpo es el vehículo que hace posible materializar tu realidad. Llevar una parte de tu espacio interior hacia que vacío exterior.
Lo importante es darse cuenta que la realidad en esencia, está en el espacio interior y no en la manifestación exterior. Dicho de otra manera, tu exterior es solo una ínfima parte de tu interior, que tu mismo estás creando. Es la parte que necesitas en este momento, pero no es la realidad verdadera ni absoluta ni de lejos.
A la mente le es imposible entender ciertos aspectos, porque con una mente finita, es imposible entender el Universo infinito. Además para entender lo que no se percibe con los órganos sensoriales se necesita una parte de fe.
La mente intenta entender con sus parámetros de espacio en tres dimensiones y su concepto de tiempo terrenal, el concepto multidimensional espacio-tiempo. Con una mente finita no se puede entender la grandeza de Dios, ni sus planes:
- Solo con una menta abierta a nuevas posibilidades, podemos llegar a ver una parte de la grandeza del Universo en nuestro espacio interior.
- Solo cuando desencarnamos, podemos unificarnos de nuevo con el Universo.
- Solo cuando nos liberamos del caparazón de la materia, podemos sentir la unión con todo.
- Pero esta unión es evolutiva, es decir, en función de la evolución de cada alma. Para sentir la unión, debes aprender la separación o desapego.
Fundir el espacio interior con el vacío exterior
Tu realidad es una manifestación de tu conciencia. Estableces relaciones afines a tu conciencia, tanto humanas como con otros seres vivos y objectos. Con los seres vivos creamos una realidad común que compartimos en espacios y tiempos terrenales conjuntos.
Cuando encarnamos, decidimos nosotros mismos (nuestro ser superior), traernos ciertos estados de conciencia que nos ayudarán a realizar las tareas asignadas para esta encarnación. Estos estados de conciencia, normalmente tienen la función de ayudarnos en el proceso unificación y evolución.
Nuestro libre albedrío, dominado por el ego terrenal, es el encargado de aceptar, rechazar o eludir estas conciencias. La mente se apega y se enreda con la realidad parcial terrenal y bloquea en muchos casos la evolución.
Cuando nos apegamos a procesos terrenales parciales, nos desconectamos del Universo interior. A veces una crisis es la manera de despertar esta conciencia y no hacer caso del ego. Durante esta crisis recibimos mucha ayuda espiritual en forma de sensaciones o mensajes, siempre que estemos dispuestos a verlos.
Cuando permitimos que nos gobiernen las emociones como el orgullo, el resentimiento, el miedo, etc, el ego toma el mando y nos desconectamos de la verdadera tarea. Este proceso es doloroso porque supone una lucha interna para no ver la verdadera realidad. Auto-negación.
Solo se puede salir de este proceso de lucha con tu ego, observando tu parte negativa y soltándola. Cuanto más te escudas en tu miedo, más lo alimentas. Solo desde el amor y la humildad, liberándote del miedo, puede obrar el milagro.
Al ser humano le cuesta horrores enfrentarse a las conciencias limitantes. Hasta el punto de negarlas, esconderlas o creer que las hemos superado aún cuando no es cierto. Al esconderlas las haces parte de tu ser real (espacio interior), porque no aceptas que sean parte de tu realidad. Yo soy así y no necesito trabajarlo. Este es un proceso muy destructivo.
Al esconder un miedo proyectas la culpa (generadora del miedo) hacia otra persona, maquillando el proceso y no siendo consciente de tu parte en el proceso. Es un auto-engaño, culpabilizamos al otro toda nuestra inseguridad. ¿Te suena el concepto del espejo? El otro no tiene nunca la culpa, solo te muestra tus miedos.
Por el contrario si muestras y compartes y aceptas tus debilidades, si tomas conciencia de ellas y las llevas presentes, tomas conciencia de tu ser superior. Te experimentas y te trabajas sin importar los sucesos del vacío exterior.
Cuando eres capaz de entender que el vacío exterior está vinculado y creado por tu espacio interior, te desvinculas de tu realidad particular para acercarte a tu realidad verdadera. Tomas conciencia de esta evolución.
Para el alma, la encarnación es un estado transitorio que debe cumplir. En este estado debe superar una serie de retos o experiencias para llegar los peldaños superiores donde reside tu yo superior.
Para llegar a ese peldaño, debes superar el resto que hay por debajo. Cada peldaño que debes subir, es un conjunto de tareas que debes superar con lada encarnación. Pero si no cumples tus tareas, no puedes subir de peldaño en esta encarnación.
Cuando mi ser terrenal se desconecta de la divinidad se forma una una ilusión. Como si la vida fuera una serie por capítulos. Cuando estás conectado, puedes ver toda la trama e intuir el final. Cuando estás desconectado, para ti solo existe ese capítulo al que estás enganchado y lo único importante es ese capítulo. Si pudieras ser consciente del final, sabrías que todo estaba resuelto superando tus limitaciones con amor y fe.
Cada capítulo es importante para llegar la final, pero es solo un paso, un peldaño, no es la trama definitiva. No te apegues a argumentos temporales. Cuando vayas superando peldaños, te iras fundiendo cada vez más con el Universo, con su yo superior.
Las almas más evolucionadas pueden sentir esta fusión en vida, es lo que llamamos una experiencia mística o algo parecido. A través de la música, del baile, de la meditación… puedes sentir una conexión con el Universo, y a la vez, sentir las limitaciones terrenales. Esto te da argumentos para seguir evolucionando, pero debes seguir la corriente de la energía, debes dejarte llevar por la energía, debes soltar apegos.
Las almas menos evolucionadas se apegan más al miedo limitante que no las deja entregarse. A más evolución, menos resistencia a los cambios y flujos de energía; a menos evolución más resistencia a los cambios y más apegos.
Ningún ser pierde la identidad de Yo. Aún cuando llega al peldaño más alto pasa por las mismas etapas entre Ser y Hacer. Cuando nos fusionamos, estamos en la etapa de Ser, la energía solo es. Pero después pasamos a la etapa de Hacer, expandir nuestra conciencia y para ello necesitamos una forma y cuerpo.